Hoy 25 de septiembre se celebran 10 años de la aprobación de la Agenda 2030 por la 70 Asamblea de las Naciones Unidas. La agenda global de desarrollo sostenible resultado del mayor proceso participativo llevado a cabo por Naciones Unidas.
Los principios que inspiran la Agenda 2030 y los objetivos de desarrollo sostenible siguen vigentes. Estamos muy lejos de un mundo sin pobreza, sin hambre, con plena igualdad de mujeres y hombres, del acceso universal a la salud o la educación y desde luego muy lejos de un mundo en paz, la condición básica para el desarrollo.
Este aniversario la reivindicación de la Agenda 2030 debe ser la paz, la exigencia al Estado de Israel de poner fin al genocidio del pueblo palestino.
Merece la pena recordar que el sistema multilateral tiene una relación directa con la construcción de un mundo en paz, con aquel “nunca más”, esa llamada mundial a la memoria y la esperanza para no repetir los horrores de la Segunda Guerra Mundial, particularmente el holocausto judío.
Desde entonces hemos asistido a varios genocidios, cada uno de ellos provocando golpes de pecho y nuevos “nunca más” que acumula la comunidad internacional hasta llegar a 2025 siendo testigos en tiempo real del genocidio que las víctimas del holocausto están causando al pueblo palestino.
Estos días con motivo de la Asamblea General son abundantes los comentarios sobre la eficiencia, eficacia e incluso pertinencia de las Naciones Unidas. Curiosamente, los discursos más altisonantes defenestrando el sistema provienen de quienes en gran medida han hecho de él lo que es hoy.
Toda organización, también Naciones Unidas, es lo que sus miembros quieren que sea. A veces es necesario un revulsivo para reaccionar y quiero albergar la esperanza de que Trump pueda ser ese revulsivo que reactive a la comunidad internacional como ha hecho estos días con su incalificable discurso en la Asamblea General.
Y aún no ha hablado Netanyahu.

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