Cuando mi marido y yo recorríamos el sur de la ciudad de Madrid buscando piso decidimos quedarnos en un barrio de Arganzuela, piso pequeño, sin piscina ni jardín pero que nos ofrecía lo que buscábamos.

Buscábamos ser barrio y lo encontramos en sitios como la farmacia de Diego.

Ayer a Diego se le rompió el corazón, de repente, en brazos de Olga. Y también se nos ha roto un poco a quienes estos años hemos hecho barrio con él, cuando nos echaba una mano para compensar esa sanidad tardona, cuando teníamos esas charlas sobre Madrid, sobre la Guinea natal de Olga.

Y más recientemente durante la pandemia, cuando nos guardaba esas mascarillas escasas aquellas primeras semanas, en Filomena y el caminito a su farmacia. Cuando sin darnos cuenta, hacíamos comunidad como solo se hace en los barrios.

Te vamos a echar mucho de menos, Diego. Cuidaremos de Olga y Natalia.

Posted in

Deja un comentario