No puedo evitar cierto sentimiento de orfandad tras la muerte de un político de la talla de Manuel Marín.
Con él se va uno de los grandes referentes de la política española y europea. Uno de esos políticos que concebían la política como el espacio de la palabra y el diálogo para alcanzar el bien común.
Manuel Marín nos enseñó a creer en nosotros mismos como proyecto colectivo por encima de las legítimas discrepancias ideológicas tan necesarias en una democracia. Nos enseñó a confiar firmemente en que las naciones europeas son mejores juntas; a apostar por los logros colectivos, por que las grandes hazañas son resultado del trabajo compartido
Su rostro ha acompañado a toda una generación, la mía, que no sabíamos bien qué iba a suponer aquello de entrar en la Comunidad Económica Europea y que, sin embargo, hemos sido la primera en disfrutar plenamente del mayor espacio compartido de derechos y libertades, la primera generación del programa Erasmus. De alguna manera, somos la generación que somos gracias a Manuel Marín.
Manuel Marín era un hombre de consenso. En la actualidad hay quienes ponen más empeño en buscar la diferencia que el consenso, desde una concepción profundamente errónea de lo que es la firmeza política y democrática. La historia es tozuda en mostrarnos que son precisamente los valedores del consenso a partir del diálogo quienes construyen política y democracia.
Hace tiempo que pienso que con la marcha de quienes, como Manuel Marín, han hecho posible nuestro modelo de convivencia, español y europeo, se cierra una era. Sabemos dónde nos ha conducido la política enraizada en el diálogo y el consenso y no puedo evitar pensar con una mezcla de duda y temor si quienes nos dedicamos hoy a la política estamos a la altura de quienes nos han precedido en la construcción de los proyectos comunes y colectivos que son España y Europa.
En la víspera del día de la Constitución y en medio del “lío” en que estamos me parece fundamental recuperar para la política valores como la fe en nosotros mismos, la humildad para no despreciar las propuestas del que tenemos en frente y el coraje para llegar al consenso y anteponer el bien común al particular.
Creo que ese sería un buen homenaje al legado de Manuel Marín.
@CarlotaMerchn
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