Se dice, erróneamente, que la prostitución es el oficio más antiguo del mundo. Lo más antiguo en este mundo es la compra-venta de mujeres para ser prostituidas.
Mientras que la esclavitud por motivo de raza ha sido abolida la esclavitud de las mujeres con fines de explotación y violencia sexual, sea cual sea su raza, lejos de erradicarse aumenta cada año. En 2017 aún existe y somos testigos de ella cada día en las calles de nuestras ciudades, en los polígonos, en pisos de nuestras comunidades de vecinos.
La esclavitud que campa en nuestras ciudades tiene rostro y voz de mujeres de todas las culturas. Mujeres cuya visión incomoda. Mujeres ante las que se guarda silencio o se aparta la mirada. Mujeres que no queremos que vean nuestros hijos e hijas. Mujeres invisibles que nos gritan desde su silencio. Mujeres que son víctimas. Los delincuentes son otros.
Me faltan calificativos para quienes se dedican a la trata de personas pero no me provocan menor rechazo quienes con su consumo sostienen esta práctica criminal (me cuesta llamarlo negocio).
Las víctimas de trata necesitan saber que son eso, víctimas y que como tales van a recibir el apoyo que necesitan para recuperar una vida en dignidad.
Hoy se ha presentado el cortometraje #Exit realizado por la cineasta Mabel Lozano en colaboración con la fundación APRAMP que dirige Rocío Mora. En este cortometraje mujeres supervivientes de la trata cuentan su experiencia, sus sentimientos y hablan de cómo se puede salir del infierno. Se puede salir de la esclavitud con ayuda de mujeres supervivientes y también con el apoyo de las Administraciones Públicas y la ciudadanía.
El valor del cortometraje de Mabel Lozano más allá de remover nuestras conciencias, que lo hace, es que visibiliza la supervivencia. #Exit pone nombre y rostro a quienes fueron víctimas y hoy son supervivientes y trabajan para rescatar a otras mujeres que, como ellas en su día, han privadas de libertad y son esclavas del oficio más antiguo del mundo, la trata de mujeres.
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