Todos los calificativos que conozco se quedan cortos para la matanza de Peshawar cometida por un grupo de talibanes de más de 140 personas asesinadas, la mayoría niños y niñas que para esos seres (me niego a denominarlas con el mismo nombre que a los fallecidos) habían cometido el delito de acudir a una escuela.

Ya he comentado otras veces que el terror no puede justificarse nunca, por eso quienes ayer entraron en esa escuela paquistaní con el objetivo de causar el mayor número posible de víctimas no merecen más que mi rechazo más absoluto.

Sabían lo que hacían. Saben que la educación es la llave que abre a las personas a la libertad, lo que a todas luces les aterra.

Saben que las personas libres reclaman sociedades libres, sociedades igualitarias en las que no tienen cabida los integrismos, la intolerancia y en las que se pone en evidencia la inconsistencia y debilidad de aquellos que se erigen en guardianes de la verdad. Saben que no hay lugar para ellos en las sociedades libres.

No imagino consuelo para esas madres y esos padres. No imagino el sentimiento de esos maestros y maestras que cada día acuden a su puesto de trabajo jugándose la vida.

En esta época de buenos deseos, de reflexiones de final de año, pienso en todo lo que compartimos como humanidad y en todo lo que nos diferencia.

Pienso en lo distinto que es un acto que nuestros hijos e hijas hacen de manera autómata como es ir al colegio por la mañana para millones de niños y niñas en el resto del mundo. Desde quienes van a sus colegios caminando tranquilamente con sus mochilas a la espalda, a quienes pasan cada mañana bajo un arco de control de metales; quienes deben caminar kilómetros para llegar a su colegio…

Descansen en paz los niños y niñas asesinados ayer, y todas las víctimas del atentado de Peshawar, del de Yemen y no me olvido de las niñas que son secuestradas en países como Nigeria también por su derecho a la educación.

Hoy recuerdo con especial emoción la frase de Nelson Mandela “la educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”.

Es el miedo a la libertad lo que mueve el odio de quienes atentan en Pakistán o en Nigeria y contra ese miedo solo cabe una receta: más educación y más libertad.

@CarlotaMerchn

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