Ayer tuve el honor de ver “El viaje de Carla”, el documental que Fernando Olmeda ha realizado sobre la vida de mi querida compañera Carla Delgado, Carla Antonelli.
El viaje de Carla es el viaje a una historia de coherencia, sacrificio, trabajo, activismo y resiliencia. La historia de una mujer inmensa. La historia de una mujer a la que admiro y respeto profundamente.
Cuando digo que el viaje de Carla es el viaje de todos y todas, lo hago porque en la historia de Carla está la historia de un país que pasó de ser en blanco y negro a ser un país multicolor, a ser un país más decente al condenar todo tipo de discriminación. Una decencia que muchos no comparten.
Nunca he podido entender qué pasa por la mente de quienes deciden qué es lo correcto y qué no lo es. No entiendo que alguien decida meter en la cárcel a un hombre por el mero hecho de vestirse como una mujer. Y tampoco entiendo que haya quien lo justifique argumentando que eran otros tiempos.
Siempre han venido los mismos a por los mismos, a por las mismas, a por el diferente, a encarcelar la diferencia. Aún hoy. Porque todavía hay quien no tolera la diversidad. Esa diversidad que enriquece y que nos hace mejores personas y mejor sociedad.
Esa diversidad que sigue molestando a algunos, recordándonos que los derechos y libertades hay que defenderlos día a día, que la única intolerancia que debemos permitir es con los intolerantes.
Porque cuando se produce un acto de discriminación, sea cual sea, nos afecta a todos y a todas. Porque una sociedad que silencia ante una agresión a un niño transexual, a un beso entre hombres o mujeres; una sociedad que calla ante la agresión al diferente sea cual sea su diferencia es una sociedad cómplice.
Las personas no elegimos cuándo, dónde ni cómo nacer. Nacemos y somos. Y nos vamos haciendo, según vamos sintiéndonos, según vamos conociéndonos, según vamos viviendo.
Y nadie salvo nosotras y nosotros mismos tiene derechos a entrar y juzgar. Pero sí necesitamos de la acción y el compromiso colectivos para hacer de la defensa de la libertad causa permanente. Porque no puede haber sociedades libres, sin personas libres.
Gracias, Carla y gracias Fernando por compartir este viaje.
@CarlotaMerchn
Deja un comentario