Esta semana que termina se han reunido representantes de 140 países en Londres para debatir acerca de la erradicación de la violencia sexual en conflictos armados.
La violencia sexual contra las mujeres ha formado parte de los conflictos desde el inicio de los tiempos. Un arma de guerra más. Si ser mujer es ya un factor de riesgo para la pobreza en el caso de los conflictos armados el riesgo se dispara y nunca mejor dicho. Son las que deben sacar sus hogares adelante, las que abandonan su vida para salvar la de sus familias.
La vulnerabilidad de las mujeres es constante. No hay edad, niñas, jóvenes, mujeres adultas o ancianas. Son violadas cuando atacan sus comunidades, cuando van a la escuela, cuando van a buscar agua, alimentos o leña.
Y son ellas, las víctimas, las estigmatizadas, las que deben esconderse, las que quedan marcadas y deben además criar al fruto de esas violaciones mientras los agresores rara vez reciben la pena que merecen y van a cara descubierta.
La impunidad es la que permite la normalización de la violencia sexual por eso la necesidad de que se emitan sentencias firmes, la necesidad de proteger a las mujeres y hacer justicia con las víctimas. Por eso la importancia de que la violencia sexual en conflictos sea reconocida como crimen de lesa humanidad. Esto haría que los delitos no prescribieran y pudieran ser juzgados por tribunales internacionales.
Leo las conclusiones de la cumbre de Londres al tiempo que la noticia sobre el indulto concedido por el Ministro de Justicia a un guardia civil que grabó una agresión sexual, el mismo Ministro que quiere penalizar el derecho de las mujeres a decidir sobre su maternidad, el mismo Ministro que destierra la justicia universal.
No soy jurista, pero en cuestión de derechos, la justicia o es universal o no es. No a la impunidad de la violencia sexual siempre y en todo lugar.
@CarlotaMerchn
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