274 niñas han sido secuestradas en Nigeria por una banda que trafica con seres humanos al abrigo de un fanatismo supuestamente religioso. Pero no nos olvidemos de los cientos de secuestros de menores en Uganda atribuidos al que también fuera menor secuestrado Moses Rubangangeyo, u otros en Somalia o Sierra Leona para alimentar guerras, redes de explotación sexual y laboral.
Esto no es nuevo y desde antes del, tantas veces retratado, secuestro de las sabinas, los seres humanos han traficado con sus semejantes sin otro ánimo que el lucro. Tan antiguo como la raza humana.
El secuestro de estas, que sepamos, 274 niñas en Nigeria por el llamado grupo de Boko Haram ha revolucionado las redes sociales con el hagstag #BringBackOurGirls con el que se han fotografiado personalidades de diferentes ámbitos y personas anónimas como yo misma.
Cuando suceden este tipo de fenómenos salen a la palestra quienes los califican de gestos mediáticos o frivolidades… Obviamente solo puedo hablar por mí, pero creo que estos gestos con efecto viral responden a la necesidad que sentimos las personas de hacer algo contra hechos tan salvajes e injustos como éste.
Estos gestos son más que un hagstag, realmente quiero que estas niñas regresen a sus casas, a sus familias, a sus escuelas.
Quiero que esas niñas tengan a su alcance un futuro en libertad, sin pobreza. Un futuro en el que no se vean obligadas a encaramarse a una valla en Melilla o embarcarse en una patera. Quiero que estas niñas tengan un futuro en el que puedan ser lo que ellas quieran y decidan ser.
Las 274 niñas de Nigeria y muchos jóvenes de Uganda, Somalia y otros países africanos necesitan que seamos muchos quienes queramos ese futuro para ellos y ellas. Necesitan que seamos muchos y muy firmes para que ningún pirado tenga la tentación de vender una personas.
Y ahí, como en otros casos y como por desgracia viene siendo habitual, se echa de menos a la Unión Europea. Pero sobre Europa escribiré la semana que viene.
@CarlotaMerchn
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