Estos días se cumplen 20 años del acontecimiento más trágico protagonizado por el ser humano tras el holocausto nazi.

Aterricé en Kigali el 3 de octubre de 1995 y, sin ninguna duda, mi estancia en Rwanda es el episodio que más impacto ha tenido en mi vida. Escuchar las historias de quienes sufrieron el terror del genocidio, el asesinato de sus familiares, de sus vecinos, sus historias de escondites inimaginables… Y escuchar también las historias de quienes sufrieron después las represalias por parte de quienes sobrevivieron al genocidio y del ejército ganador.

Contaban que el río Nyabarongo, la grand serpent, bajaba rojo por la sangre de los cuerpos que contenía, la matanza de la iglesia de Nyamata o la de la escuela de Murambil, las violaciones sistemáticas de mujeres…

Machetes, azadas, todo servía para sembrar odio y dolor los cien días que, recurriendo al título de la película de Philippe Van Leeuw, Dios se fue de viaje.

Durante 100 días, y ante los ojos del mundo, 800.000 personas de etnia tutsi murieron asesinadas en una operación de limpieza étnica. Posteriormente, más de 2.000.000 huyeron del país fundamentalmente al por entonces Zaire de Mobutu.

La crueldad llevada al extremo junto con la connivencia y la pasividad de muchos lo hicieron posible.

Como ocurre con demasiada frecuecia, la comunidad internacional reaccionó tarde, cuando ya la barbarie se había adueñado de todo. Bueno, en realidad hizo algo peor, se fue abandonando a la gente a su suerte.

Estos días son momento de recordar a los muertos, pero también de recordar las barbaries que siguen ocurriendo en África y que la primera respuesta que se da desde Europa es una valla, es evitar que el barro nos salpique.

Es la primera vez en 19 años que escribo sobre Rwanda. 19 años en los que recordar miradas perdidas, sonrisas de autodefensa, años en los que no he podido olvidar la resiliencia, la fortaleza, sobre todo, de las mujeres para sacar adelante a sus familias, al país de las mil colinas.

Como en todas las guerras hubo ganadores y vencidos. Y, como en todas las guerras perdió la razón.

@CarlotaMerchn

Posted in

Deja un comentario