Desde que se anunciara el empeoramiento del estado de salud del Presidente Suárez son muchos los artículos escritos y publicados sobre su persona y el papel que desempeñó en la historia reciente de nuestro país. Por eso, y por ser consciente de mi limitado conocimiento de los entresijos de la Transición, no me atreveré a escribir sobre la faceta política del Presidente.

Sí recordaré, a pesar de las discrepancias políticas, el sentido de Estado no solo de Suárez sino de quienes como Santiago Carrillo o Felipe González antepusieron la responsabilidad política a los intereses propios y partidarios. Una grandeza política que, desgraciadamente, estos días no es tan habitual.

Seguramente por haberlo vivido en mi familia, pero estos días pienso en el matiz extra que se añade a lo trágico de una muerte y es la enfermedad de Alzheimer que ha consumido al Presidente y su familia los últimos años

La crueldad de una enfermedad que roba lo poco que le queda a una persona en su vejez, los recuerdos, la memoria. Una enfermedad cruel que ha privado al Presidente de recordar su paso y su peso en la historia de España.

Estos días pienso en el hombre, en lo indigno de despedirse de este mundo sin recordar quién eres, qué has sido y que pasarás a la historia. Lo indigno de morir siendo un anónimo para uno mismo.

Descanse en paz.

@CarlotaMerchn

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